“Eso sucede también en nuestras comunidades -continuó-… donde nos hacemos mucho daño con la envidia, la crítica, la murmuración, hablando mal de otros. Eso hay que erradicarlo del corazón, y la Cuaresma es un tiempo oportuno para arrancar de cuajo, de raíz, todo viso de envidia que tengamos en nuestros corazones. Tendrás que trabajarlo en tu vida y en la vida de la gente también, porque la envidia destruye las comunidades”.
Continuando con la meditación sobre la figura de José le dijo al joven seminarista: “Vas a tener que estar disponible, en la vida de la Iglesia es así, y cuando parezca que todo se está terminando, Dios va sacando adelante las cosas. Lean la historia de José, todo lo que Dios había dicho a través de él se fue cumpliendo, pero le tocó sufrir el desarraigo, el odio de sus hermanos, la esclavitud, la cárcel, todo lo sufrió, pero llegó a ser, después del faraón, la persona más importante en Egipto. A ver si te vas asemejando con esa historia de José porque te va a tocar vivirla lejos de los papás, de la familia, cuántas veces uno tendrá que estar con ellos pero no podrá. Pero no te enojes, todo lo contrario, di: ‘Gracias, Señor, yo sé que en tus manos todo tiene un final feliz y todo da fruto’, pero para poder resucitar primero hay que morir”.
Del Evangelio subrayó la importancia de ser un verdadero servidor reconociendo siempre que “Dios es Dios y nosotros somos servidores. Ése tiene que ser tu distintivo. Ya has hecho esta hermosa opción de la pobreza, la obediencia, la castidad, la vivencia del celibato, todo eso lo has ido trabajando, todos tus escritos son bien claros, así que no podrás el día de mañana decir que no sabías”.
En otro tramo afirmó que “el matrimonio y el sacerdocio son los dos caminos definitivos del ser humano, sacerdocio o entrega total al Reino a través del celibato; y el matrimonio, compartir la vida con otro y caminar juntos. Carlos ha elegido, porque Dios lo llamo, el Sacerdocio por medio de un signo tan claro como es el celibato, un corazón indiviso, en cambio los que se casan comparten la vida con un cónyuge”.
En esta línea indicó que “somos seres vocacionados, Dios primero nos llamó a la existencia y después a los que estamos acá nos ha llamado a una existencia cualificada como hijos e hijas de Él por el bautismo, ése es el segundo llamado, y acá hay un tercer llamado para Carlos, que es el sacerdocio, y para muchos de ustedes, el matrimonio, casados por la Iglesia, Sacramento… Esos son los caminos y eso tendrás que enseñar a la gente, enseñar qué es lo que Dios quiere para nosotros”.
También mencionó la vida misionera y puso énfasis en la necesidad de vocaciones sacerdotales: “Carlos terminó su formación en el Seminario, ahí dejó un lugarcito libre y hay que llenarlo… Así como andamos rengos para el matrimonio, andamos rengos también para el sacerdocio, así que tendremos que trabajar bien eso”.
“Hoy lo vamos a pedir en este segundo viernes de Cuaresma, tiempo penitencial, tiempo en el que venimos meditando los misterios de la pasión de Jesús, y de todo lo que ha hecho sacerdotalmente... Carlos desde hace muchos años viene contemplando a Cristo en la cruz, a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote que se entrega, que se inmola por la salvación del mundo, y quiere ser un estrecho colaborador de ese Jesús Sumo y Eterno Sacerdote”, para ello, “acompañado de su familia, de su comunidad, de los formadores, de sacerdotes, ha ido discerniendo y gracias a Dios dio un hermoso sí. Y vamos a rezar todos hoy para que ese sí sea cada vez más grandote, más generoso, más claro, más decidido, más entusiasta, un sí como el de María”.
Seguidamente se realizó el rito de Admisión en el que Carlos Daniel Bazán fue presentado como candidato para abrazar el Diaconado y el Presbiterado, quien a su vez manifestó libremente el deseo de consagrar su vida al servicio de Dios y de la Iglesia. Un momento especial, que fue rubricado con un abrazo con el pastor diocesano y el aplauso de toda la asamblea.
Antes de la bendición final, todos juntos alabaron a la Santísima Virgen María.