El silencio es la norma frente a las periódicas masacres de cristianos en África. Y la del Congo no fue la excepción. De eso no se habla. Increíblemente, el dato de la persecución a los cristianos prácticamente no es tenido en cuenta por la propia opinión pública occidental. Una de las razones puede ser la distancia de los escenarios donde se producen estas situaciones de violencia, con frecuencia extremas.
Pero el hecho es que en la actualidad más de 380 millones de cristianos están expuestos a persecución y a fuertes discriminaciones en razón de su fe, en 78 países de todo el mundo; eso representa un cristiano de cada siete. Son las cifras del Índice Mundial de Persecución a los Cristianos que elabora Puertas Abiertas.
Por duodécimo año consecutivo, las cifras muestran un aumento de las persecuciones, causado por el incremento de la violencia en el África subsahariana y por el endurecimiento de los controles a las iglesias en el Asia Central.
El índice 2025 de Puertas Abiertas abarca el período que va del 1° de octubre de 2023 al 30 de septiembre de 2024, y califica a los 50 países en los que los cristianos de todas las denominaciones son más perseguidos.
En el período estudiado, los cristianos han sido un blanco importante para los ataques de los yihadistas en África. Estos grupos extremistas vinculados a Al Qaeda y a Estado Islámico, sacan provecho de la inestabilidad y el vacío de poder en muchos países o regiones, y atacan a los cristianos a los que consideran “infieles”.
Del total de 4476 mártires registrados por Puertas Abiertas en el mundo en 2024, 4192 fueron asesinados por su fe en el África Subsahariana.
En Asia Central, la persecución se ejerce más bien por el incremento de las restricciones para practicar la fe. Kazajistán, Tayikistán y Kirguistán son tres países que han subido en este triste ránking. Sus regímenes autoritarios, dice el informe de Puertas Abiertas, “acentúan sus acciones contra las iglesias: allanamientos en templos protestantes en el sur de Kazajistán, acusaciones contra religiosas católicas por ‘difundir su ideología’ en Kirguistán”, etcétera.
Yemen aparece tercero en el índice. Allí los hutíes y los grupos extremistas persiguen a los cristianos que deben reunirse secretamente. En Sudán, que ocupa el 5° lugar, reina una impunidad general que es aprovechada para atacar a los cristianos cuyas iglesias son bombardeadas u ocupadas por grupos armados. En Myanmar, ubicado 13° en el ránking, la junta militar ataca a las iglesias por la sospecha de que los cristianos están en la oposición.
El índice mundial de Persecución a los Cristianos se elabora desde 1993. Puertas Abiertas evalúa de esta manera cuáles son los países en los que cristianos sufren mayor persecución y de qué forma, afin de auxiliar del modo más apropiado posible a esas colectividades.
La clasificación se realiza en base a seis criterios que, sumados, determinan la ubicación de un país en el índice: la violencia física y material contra los cristianos; las violaciones de su libertad de pensamiento y de conciencia, y las que afectan su vida en los planos familiar, social, civil y eclesiástico.
En la página de Puertas Abiertas, pueden leerse casos de hostigamiento a cristianos y de violación a su derecho de profesar libremente su fe en diferentes países
Por ejemplo, en la Navidad pasada, en Kwande, Nigeria, varias comunidades cristianas fueron atacadas por combatientes extremistas fulani a su salida del servicio religioso de Nochebuena. Los ataques dejaron un saldo de 11 muertos, mientras que varias otras personas están desaparecidas.
En Nigeria, en el estado de Benue, las comunidades rurales cristianas, que viven de la agricultura, se han visto obligadas a desplazarse hacia las ciudades en razón de los ataques repetidos que sufren.
En el video de presentación del índice 2024, incluyen varios hechos de violencia y testimonios de víctimas ocurridos a lo largo de ese año.
El 25 de febrero, en Burkina Faso, 15 cristianos fueron asesinados durante una misa en un ataque a la iglesia de Essakane, en el norte del país.
El 2 de mayo, en Argelia, Youssef Rahman, vicepresidente de la Iglesia Protestante de ese país, es condenado a un año de cárcel efectiva por celebrar una misa no autorizada.
En Pakistán, el 18 de septiembre, la cristiana Shagufta Kiran es condenada a muerte por blasfemia.
Se trata sólo de una muestra de lo que constituye “el cuadro de una realidad dramática, la de la persecución de los cristianos en el mundo”, dice la asociación.
Entre las causas que menciona la organización, están el nacionalismo religioso y el extremismo islámico. En algunos países, la persecución es oficial; Corea del Norte suele ubicarse al tope de la clasificación por la completa prohibición de ese culto, mientras que otros lo restringen o controlan, caso de China. En otras regiones, la persecución es obra de grupos extremistas o fanáticos, que cuentan con diferentes grados de tolerancia oficial. En la India, por ejemplo, el gobierno suele hacer la vista gorda frente a la violencia que grupos extremistas y fanáticos desatan contra los cristianos, aunque formalmente existe libertad de culto.
Pese a las apariencias, no puede afirmarse que la religión sea la motivación de estas violencias, sino que éstas se producen en el contexto de reacomodamientos geopolíticos que llevan a la reapertura o a la creación de líneas de fractura usadas para enmascarar otros motivos.
“Hoy hay más cristianos perseguidos que en los primeros siglos (bajo el Imperio Romano)”, había dicho el papa Francisco en noviembre de 2019. Y un tiempo antes, había señalado que en la actualidad “hay más testigos, más mártires en la Iglesia”. Las cifras le dan la razón. No sólo eso, sino que la religión cristiana es la más perseguida en la actualidad.
Ya en 2014, un referente de otra religión había llamado la atención sobre este hecho. Ronald Lauder, presidente del Congreso Judío Mundial, preguntaba en una columna en The New York Times: “¿Por qué el mundo permanece en silencio mientras los cristianos están siendo sacrificados en Oriente Medio y en África? ¿Por qué la masacre de los cristianos no parece activar la sensibilidad social de las hermosas celebridades y viejas estrellas de rock?”
En el video de Puertas Abiertas se muestran varias escenas de represión a la manifestación de la fe, como la orden de dejar de rezar so pena de arresto o de expulsión. O la discriminación en las escuelas, o inluso en el interior de las familias, cuando uno de los miembros se convierte.
Especialmente fuerte es el testimonio de Ernesto, un cristiano de Mozambique: “Puesto que quieres absolutamente hablar de Jesús, te vamos a mostrar cómo murió Jesús”, le dijeron. “Me apoyaron contra un árbol y clavaron mis rodillas. Yo estaba crucificado, no podía hacer nada para defenderme”, cuenta el hombre.
En el transcurso de 2024, se cometieron atentados contra 7.679 iglesias o propiedades cristianas públicas, como escuelas, hospitales y cementerios.
De acuerdo al índice, el año que comienza será especialmente difícil para los cristianos en trece países, donde la persecución ha alcanzado un nivel extremo: Myanmar, Arabia Saudita, India, Afganistán, Irán, Pakistán, Nigeria, Eritrea, Sudán, Libia y, entre los tres primeros, Yemen, Somalia y Corea del Norte.
“Detrás de la lista del índice, detrás de los números, hay vidas. Hombres y mujeres que merecen vivir en libertad, en seguridad, tener sus derechos protegidos. Por eso elaboramos este índice”, dice Puertas Abiertas.
De cara a la cámara, una niña dice: “Perdono a todos los que me maltratan, me insultan, me odian, a todos los que no me aman”. Y siguen luego otros testimonios de cristianos que, pese a las amenazas y peligros, ratifican su fe.
El flagelo de la persecución religiosa que hoy afecta en primer lugar a los cristianos no está incluido entre los temas de debate público ni forma parte de las preocupaciones de la dirigencia de los países occidentales.
Uno de los motivos es el hecho de que esta religión es mayoritaria en Occidente desde hace siglos. Paradójicamente, también se explica porque la tolerancia religiosa es la norma en esos mismos países occidentales, lo que dificulta imaginar que estas persecuciones sean posibles.
Pero además, un laicismo mal entendido e históricamente anacrónico culpa a la Iglesia -católica esencialmente- por casi todos los males pasados y presentes. Por último, la ultracorrección política en auge en Occidente impide a veces señalar a los autores de estas violencias para evitar dar la imagen de estar criticando a otras religiones o minorías, a la vez que promueve la denostación de la propia fe o cultura.
“Cuando ustedes escuchan que muchos cristianos sufren en el mundo, ¿son indiferentes o sienten como si un miembro de vuestra familia estuviese sufriendo?”, preguntaba hace unos años Francisco, interpelando la conciencia de los creyentes y de todas las personas de buena voluntad.
En febrero pasado se cumplieron diez años de la masacre de 21 cristianos coptos de Egipto degollados por el ISIS en una plaza de Libia. En memoria de ese acto de barbarie, se presentó este año un corto documental de animación llamado “The 21″. Entrevistado por Tucker Carlson, uno de los productores, Jonathan Roumie, actor y productor estadounidense de ascendencia egipcia, contó que estos 21 trabajadores egipcios que se encontraban en Libia donde fueron capturados por ISIS, se negaron a abjurar de su fe a cambio de la libertad y optaron por el martirio. Sus familias, a las que Roumie entrevistó, se mostraron orgullosas de sus mártires.