Premios Nobel, profesores, escritores, economistas, personalidades religiosas y políticas junto a responsables de organizaciones internacionales se dieron cita en la Sala Rafael de los Museos Vaticanos para la velada inaugural del evento promovido por el Pontificio Comité para la Jornada Mundial de la Infancia, organismo creado por el Papa Francisco el 20 de noviembre del 2011 coincidiendo con el anuncio de la Cumbre.
Una jornada que Parolin describió como de «reflexión» y «escucha recíproca». Dividida en dos sesiones, contó, además del saludo de apertura y el discurso de clausura del Santo Padre, con siete paneles en los que intervinieron unos cincuenta invitados de alto nivel.
En particular, el cardenal se detuvo en el tema elegido por el Pontífice para el gran evento: «Amémoslos y protejámoslos». Dos acciones, «amar y proteger» a los niños, que – subrayó el secretario de Estado – representan «un imperativo categórico que debe recoger un consenso unánime con un consiguiente compromiso coral y activo».
Es la propia historia la que enseña que «los niños y las niñas han representado uno de los componentes más débiles de la humanidad». La época actual, tan fuertemente caracterizada por los medios de comunicación, muestra, en cambio, una realidad carente de amor y protección hacia los más pequeños, haciéndonos «partícipes de las guerras que implican a miles y miles de víctimas pequeñas e indefensas, así como de las tragedias que tienen lugar en nuestros mares con los emigrantes, entre los cuales hay no pocos niños», dijo el purpurado.
A continuación, recordó el Evangelio en el que Jesús es el primero en pedir a los discípulos que «mantengan pura la mirada de los niños» y en advertirles que «no los escandalicen». La Iglesia mantiene este compromiso en la defensa y protección de los derechos de los niños «a pesar de las carencias y fragilidad de algunos de sus miembros», dijo también el cardenal.
En esta labor, añadió, la Iglesia siempre está dispuesta a «acoger y atesorar» las «sugerencias» e «inspiraciones» que provengan de expertos en ciencias sociales, psicológicas y pedagógicas, de organismos internacionales y de profesionales en la materia, así como de la «experiencia» de otras confesiones religiosas.
En este sentido, para el cardenal Parolin, la presencia en la Cumbre de exponentes del mundo judío y musulmán es «más preciosa que nunca». Entre ellos, el rabino David Rosen y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb.
La exhortación del secretario de Estado, de cara a la segunda Jornada Mundial de la Infancia convocada para septiembre del 2026 – tras la primera, en Roma, en mayo del 2024 – fue, por tanto, a «escuchar las voces de los niños: su “no” al hambre, las desigualdades, la violencia, las guerras y la devastación de la Creación».
Se trata de prestar especial atención al derecho de los niños a acceder a los recursos, la educación, la alimentación, la atención sanitaria, la familia e incluso el tiempo libre. Esto «es hermoso y significativo porque todos los niños tienen derecho a poder jugar en paz y libertad», señaló el cardenal Parolin.
El programa es amplio, pero lo importante «es comenzar e iniciar procesos que puedan dar resultados positivos y tangibles», concluyó el cardenal secretario de Estado de Su Santidad, animando a embarcarse con confianza en este camino que tiene un único objetivo: que «los niños sean cada vez más acogidos, amados y protegidos».