Siguiendo con su predicación Fray Pablo resaltó que “en su quinto sermón del 24 de septiembre de 1875 sobre la Reforma de la Constitución Provincial de Catamarca, titulado ‘Omnia in ipso constant’, escribía: ‘Desde su misma cuna, el pueblo catamarqueño ha estado bajo la guarda de la Inmaculada Concepción, sensibilizada en esta imagen sagrada que lleva el dulce y hermoso nombre de Virgen del Valle. Esta fue para Catamarca el objeto de su fe y de su amor; repetidas veces fue jurada patrona de la Capital y provincia; y a través de tantos trastornos como se han sucedido de medio siglo a esta parte, ese amor aún subsiste, nuestra devoción y confianza en la Inmaculada Madre de Dios no han desmayado, y mucho menos su bondad y misericordia con nosotros. Hoy, pues, que se trata de un acto tan importante de la vida de este pueblo, os invito, señores, a que renovemos nuestro antiguo juramento de fe y amor a la Virgen del Valle, a que invoquemos su protección y la confesemos llena de gracia como es’”.
Asimismo, destacó que “en un sermón sobre la Inmaculada y los Franciscanos, decía: ‘Si los hijos de S. Francisco no somos humildes, seremos humillados, y todas las vicisitudes humanas no harán otra cosa en esta misteriosa Orden que levantar más alto la bandera de los abatimientos y humillaciones del muy amado Hijo de Dios; sin embargo, no queremos decir por esto que malos y buenos, traidores y fieles, con sólo llevar este santo hábito y el nombre de hijos de S. Francisco, somos ya las delicias de la Inmaculada Virgen María. Creo que su misericordia se extiende sobre todos; pero su agrado y complacencia y especial predilección las tiene únicamente con aquellos hijos de San Francisco que llevan su espíritu, además del hábito y del nombre’”.
Y siguió compartiendo las palabras del ilustre franciscano catamarqueño cuando decía: ‘A estos motivos generales de confianza en María Santísima añadid los especiales que tenemos en ella por el culto a esta Venerable Imagen ¡Ay! Cuánta ternura para tus devotos, cuántos prodigios, cuántos consuelos ha derramado en nuestros corazones Nuestra Señora del Valle. La que libró a un infeliz del poder del demonio en este mismo Templo, ¿no arrancará de nuestros pechos el fiero demonio de la discordia? La que salvó tantas veces a nuestros Padres de la ferocidad de los Calchaquíes, ¿no hará cesar este ruido de las armas fratricidas? ¡Oh, Virgen del Valle! ¡Oh, Madre Nuestra amantísima! ¡Haced que éste tu Pueblo, y que todos tus devotos muestren en la paz y en la concordia en que viven, que son hijos vuestros, y que en ti moran contentos y alegres!’.
Antes de la bendición final, los fieles se dirigieron a la entrada del templo, donde Fray José Enid Gutiérrez Olmos, rector de la Basílica, descubrió y bendijo la imagen del Beato Esquiú.
Fr. Enid leyó un texto del Ministro Provincial Fr. Emilio Andrada, sobre aspectos fundamentales de la vida de Fray Mamerto.
Participaron de la ceremonia de bendición y entronización los Hermanos: Fr. Gerardo Vogel, Fr. Roque Vázquez, Fr. Pablo Scioti y Fr. Diego Figueroa, y la Fraternidad Seglar San Damián y numerosos fieles.
Fray Pablo señaló que “un dato llamativo es que en el arreglo floral había rosas rojas y lirios blancos, éstos aparecen en el escudo episcopal de Esquiú, quien apreciaba estas flores”. Y exhortó: “Pidamos a Dios por intercesión de la Virgen del Valle, para que pronto lo tengamos en los altares, proclamado como ‘Santo’ en todo el mundo”.
Se colocó un cartel con el nombre del Beato y un QR con las cronologías de su vida y de la causa de Canonización. Todos los que tengan este enlace pueden acceder a la información: