Es que un evento de esta categoría y de esta magnitud no podía pasar por debajo de la mesa. Dos buses blancos esperaban en el patio central del Celam al grupo de 75 músicos. Jolgorio, alegría. La fuerza del evangelio pululando entre creadores de distintas nacionalidades y carismas: laicos, monjas, curas y matrimonios: ecuatorianos, mexicanos, centroamericanos, puertorriqueños, dominicanos, con una confluencia de acentos invadían la tarde fresca de Bogotá.
Una avenida Boyacá – principal enclave del Celam – festoneada de las filas de carros en el lento “tracón” a esa hora. “Cambio de ruta”, dice el chófer de bus, que por mensajes de texto pasó a su colega de la segunda unidad y de quienes iban en autos particulares como séquito de esa jornada de oración. “La 153 está más suave”. Por ahí marcharon para llegar al auditorio de las Hermanas Bethlemitas, lugar elegido para la gala musical. Para algunos, era su primer cara a cara con la capital colombiana desde que llegaron al Celam directo desde el aeropuerto. Chapinero alto esperaba, una de las zonas urbanas más concurridas a esa hora.
Carrera 5, el corazón citadino y movido, entre sonido de claxon, luces de semáforo. “Pilas, no saquen sus celulares”, aconsejaban los colombianos, pero nada de que preocupar. La gente al frente del auditorio ya formaba fila, expectantes del momento de adoración del que seguramente disfrutarían.
Junto con los 75 participantes del curso, grupos juveniles, congregaciones de religiosas, parroquianos, ingresaban al recinto, de manera muy juiciosa y hasta bien portados para esperar el momento. Faltando cinco minutos para la 7:30 p.m. en medio de la algarabía sana aparece en escena, un joven blanco, cabello castaño, pulóver y unos jeans, unas tennis, claro está, en ese atavío destacaba su clériman. Era el padre Alexis, así a secas, no necesitaba de más presentaciones, su carisma y buen verbo envolvió el auditorio: “Buenas noches”. Agradeció los esfuerzos de todos y cada uno de los presentes, del Celam, de la arquidiócesis y, por supuesto, de su arzobispo, el cardenal Luis José Rueda.
“Como un encuentro personal con Dios todo lo aquí dispuesto luces, sonidos, todo excelente, unos músicos fantásticos y una experiencia de historia de vida”. Así arrancó Palexis –el padre Alexis – la presentación del concierto, una velada entre amigos, colegas e invitados, en la que cuatro cantantes, también profesores del curso, dieron lo mejor de sí. Se trata de Paulina Rojas, chilena radicada en Colombia desde hace años; Juan Delgado, venezolano ganador de un Grammy al mejor álbum de música cristiana; Ziza Fernandes, cantaura brasileña; y Jon Carlo, cantante dominicano.
‘Palexis’ antes de presentar al primero de la noche invitó a “hacer vida todo lo que vivamos esta noche. A eso hemos venido para que nos dispongamos a cantar y rezar”. Llegó así la plegaria colectiva, en un cenital el joven sacerdote dirigía una oración como preámbulo pues esa noche los presentes rezarían tres veces, con esta y las del canto como tal, porque dicen que quien canta ora dos veces. Guitarra, batería, teclado bajo la dirección Giovanni Chacón y su banda. La fiesta comenzaba.