Esta noche, a las 21 horas, en la plaza de San Pedro se rezará el rosario, con el aliento del Sínodo, con la "intención especial de oración por la paz". En particular, ayer se lanzó en el Aula un llamamiento "para ayudar a los jóvenes, en un Oriente Medio que se desangra, a no perder la esperanza y a no tener como única perspectiva de futuro la del dolor o la de abandonar su país"; por tanto, "para dar a estos jóvenes, como Iglesia y como pastores, los instrumentos para alcanzar la paz".
Así lo anunció Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación y presidente de la Comisión para la Información, en el briefing de hoy con los periodistas, que comenzó a las 14.20 horas en la Oficina de Prensa de la Santa Sede y fue presentado por la subdirectora Cristiane Murray. En efecto, la 15ª Congregación General, que tuvo lugar ayer por la tarde, se caracterizó "por algunos testimonios muy fuertes, apasionados y profundos procedentes de lugares de guerra o sufrimiento como Oriente Medio, Ucrania, Amazonia y más allá". Estas "voces", dijo Ruffini, fueron fraternalmente aplaudidas por toda la Asamblea (329 estaban presentes).
Esta mañana se entregaron a la Secretaría General los informes de los 35 Círculos menores -al término de la duodécima sesión- relativos a la sección b3 del Instrumentum laboris. Un total de 310 personas han asistido a los trabajos y, paralelamente, se ha celebrado una reunión para preparar el Documento de Síntesis. A las 8.45 horas del lunes 23 de octubre, los participantes en el Sínodo se reunirán en la Basílica de San Pedro para la celebración eucarística en el Altar de la Cátedra, presidida por el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon (Myanmar).
En las intervenciones en el Aula, dijo el prefecto, se abordó en particular "la cuestión del discernimiento de las relaciones de decisión en la relación entre autoridad y corresponsabilidad". La sinodalidad, se señaló, "no elimina sino que contextualiza la autoridad", recordando que "hay necesidad de autoridad" y "no hay que tener miedo de buscar la confrontación o el desacuerdo". Adelante con el diálogo, se dijo en el Aula, confiando en "el Espíritu Santo que transforma los lugares de combate en lugares de paso".
La prioridad es la escucha mutua de todos, se afirmó además. Escuchar a todos, por tanto, "empezando por aquellos que sienten que no pueden ser acogidos en la Iglesia o a los que se les ha dicho que no pertenecen a la Iglesia", como, por ejemplo, "los emigrantes que pertenecen a otras religiones", los pobres, los discriminados, las personas con discapacidad -que pueden enseñar a comunicarse- o los indígenas.
En particular, en lo que respecta a las personas lgbtq, el prefecto recordó el deber de acogerlas y de "rechazar cualquier tipo de violencia contra ellas". Otro punto relevante abordado en los discursos fue la "comunión con el Papa": quien no está en comunión fundamental con Pedro, se dijo, "hiere el cuerpo de Cristo que es la Iglesia". Y la comunión, concluyó el prefecto, es el mejor mensaje que se puede dar en un mundo atrapado entre polarizaciones, xenofobia y guerra.
Sheila Pires, secretaria de la Comisión para la Información, prosiguió el briefing señalando que entre los temas abordados en el Aula está el papel de las mujeres y de las consagradas, con especial atención a hacer oír su voz cuando se toman decisiones.
El clericalismo, explicó Pires, volvió a estar en el centro de las reflexiones con la recomendación de una formación permanente que aborde también la cuestión de los abusos. Se hizo hincapié en la necesidad de una estructura adecuada contra los abusos. Y se agradeció al Papa precisamente la introducción de nuevas estructuras para hacer frente a la tragedia de los abusos. Es importante, se dijo, promover iniciativas a todos los niveles para proteger a todas las personas, adultos y niños.
Otro tema que se volvió a proponer en los discursos fue la misión en la era digital, que no debe tener en absoluto una dimensión virtual porque se trata de la vida real de las personas. Además, concluyó el Secretario de la Comisión para la Información, un punto común en los discursos fue la reafirmación de la misión de la Iglesia al servicio de los pobres, sabiendo que el Señor nos juzgará por cómo hemos amado a los pequeños y no por los conocimientos que hemos acumulado.
El cardenal jesuita peruano Pedro Ricardo Barreto Jimeno, arzobispo de Huancayo y presidente de la Conferencia Eclesial Amazónica, comenzó recordando que el Sínodo 'se preparó durante dos años, primero en las parroquias y luego en las diócesis, después a nivel nacional y luego a nivel continental'. No estamos inventando nada -dijo-, sino recogiendo lo que el Espíritu Santo ha dicho a la Iglesia. Y los obispos, como responsables de un territorio, y al mismo tiempo corresponsables con el Papa Francisco de toda la Iglesia universal, estamos participando como representantes de la mayoría de los obispos; de hecho estamos viviendo un Sínodo de obispos. Pero también hay monjas, religiosos, laicos y sacerdotes".
Por ello, Barreto alabó la oportunidad de "recoger la experiencia, pero también de vivir en pequeño la experiencia de la Iglesia universal: diversidad de razas, culturas, lenguas, pero todos unidos en un mismo Espíritu, ese Espíritu que tiene como fuente la Santísima Trinidad. Dios es comunión, misión y participación: por eso esta experiencia sinodal nos abre al horizonte de la diversidad en la unidad de Dios". Y, basándose en su experiencia personal de 52 años de sacerdocio y 23 de episcopado, concluyó con optimismo que "la Iglesia en medio de las dificultades que experimenta, tanto internas como externas, se pone en movimiento, en marcha, para servir sólo a Cristo y a la humanidad".
Mons. Franz-Josef Overbeck, obispo de Essen y Ordinario Militar para Alemania, habló sobre la experiencia del camino sinodal de la Iglesia católica en Alemania, que comenzó en 2018 y terminó el año pasado. "La razón por la que iniciamos este camino -dijo- fue el gran número de casos de abusos encontrados en el país. El trabajo se realizó junto con el Comité Central de los Católicos Alemanes, que reúne a una representación de los distintos grupos profesionales de la Iglesia.
Este "camino de arrepentimiento y renovación", dijo el prelado, conlleva la necesidad de "examinar autocríticamente la labor de la Iglesia, de poner el dedo en la llaga, de preguntarnos qué cambios son urgentemente necesarios para renovar la vida eclesial". Es necesario, por tanto, "volver a los lugares del saber teológico, partiendo del testimonio de la Biblia y de la tradición católica, de los descubrimientos de la teología científica, de la fe de los fieles y de los signos de los tiempos que hay que interpretar a la luz del Evangelio" para hacer creíble el anuncio cristiano. "Si la teología, el Magisterio o la tradición y los signos de los tiempos -dijo- tienen contradicciones no mediadas e irreconciliables, esto no convencerá a nadie y ni siquiera orientará a los católicos", que en Alemania son sólo el 30%, frente a otro 30% de protestantes y un 40% de no creyentes.
Se eligieron cuatro campos de reflexión: el poder, el sacerdocio, el papel de la mujer y la moral sexual. Se celebraron cinco grandes conferencias en Frankfurt para explorar estos temas y ofrecer una lista de cosas que hacer. Los resultados se recogen en una serie de fichas publicadas por la Conferencia Episcopal Alemana. "De este modo hemos elegido una forma de trabajo que ha sido para nosotros un nuevo modo de estar juntos, casi una especie de sinodalidad vivida a nivel de la Iglesia alemana", señaló, explicando que en cualquier caso "no se trata de decisiones sinodales canónicamente vinculantes", aunque para darles mayor peso se decidió adoptar sólo las votadas por al menos dos tercios de los obispos: en más de tres años ha habido 15 decisiones aprobadas de este modo.
"Este camino -añadió- ha sido siempre un tiempo de aprendizaje y de práctica de la sinodalidad; no todo ha salido siempre bien", pero al final se ha apostado por "desarrollar un concepto de asamblea eclesial que continúe el trabajo de las asambleas sinodales". Por último, el prelado -que también es presidente de Adveniat- subrayó el valor de la experiencia de la Conferencia Eclesial Amazónica, donde obispos, sacerdotes religiosos y laicos trabajan juntos en temas de creación y protección de las poblaciones locales. Sigue siendo fundamental, concluyó, "poner siempre a Jesús en el centro de la fe, sin aferrarse a costumbres y tradicionalismos que, examinados críticamente, no tienen prioridad en la jerarquía de la verdad".
Monseñor Jean-Marc Eychenne, obispo de Grenoble-Vienne (Francia), comenzó su intervención hablando de su experiencia al sur de Toulouse, en una realidad periférica llamada "la Amazonia francesa", como "una zona marcada por la pobreza generalizada pero que favorece la búsqueda espiritual de Cristo y del Evangelio". De aquí, de una zona de 150.000 habitantes", prosiguió, "pasé a mi diócesis actual, que cuenta con un millón, con situaciones económicas y sociales diferentes pero también con muchas similitudes porque los desafíos son los mismos". El principal, subrayó el obispo, es el de la corresponsabilidad. En este sentido, "el Sínodo sobre la sinodalidad significa reflexionar juntos y ver cómo la Iglesia puede hacer suyo este concepto", pasando "de una Iglesia de unos pocos corresponsables a una Iglesia en la que todos son corresponsables del anuncio de Cristo y del Evangelio, una Iglesia que es verdaderamente el cuerpo de Cristo donde todos expresan su opinión para una decisión final que concierne a todos".
Mons. Eychenne habló a continuación de su experiencia en el mundo penitenciario: "Con los presos nos reunimos, leemos la Palabra de Dios y todos hacen un comentario sobre el texto del Evangelio. Muchos son analfabetos o están muy marginados, pero puede suceder que sea precisamente de ellos de donde salga la palabra más iluminadora sobre el pasaje leído". Corresponsabilidad, remarcó el obispo, significa tener "una verdadera experiencia sinodal". Como la que, explicó, "ponemos en práctica cuando llega a nuestra diócesis el nuevo párroco: en esa ocasión realizamos el rito del lavatorio de los pies, para subrayar que es un servidor". En la comunidad, de hecho, señaló, "no manda 'uno', sino un 'nosotros' formado por jóvenes, ancianos, discapacitados, para decir de forma simbólica que hay una responsabilidad común". Además, "en nuestros pequeños equipos diocesanos -concluyó el prelado- hemos incluido también la presencia de la mujer con una que ocupa el cargo de vicaria general, apoyando a los prelados en las decisiones que afectan a la comunidad".
A continuación tomó la palabra la india Sor María Nirmalini, Superiora General de las Hermanas del Carmelo Apostólico y Presidenta de la Conferencia de Religiosos de la India, el mayor grupo de religiosos católicos del mundo, con más de 130.000 fieles. La religiosa, que participa en los trabajos de la Unión Internacional de Superioras Mayores, destacó la cercanía en la oración de sus compatriotas consagradas, que la acompañan en esta "hermosa experiencia y maravilloso viaje" que es el Sínodo, donde "cada uno de los participantes, aún sin conocerse y a pesar de las diferentes culturas y procedencias, compartió en plena libertad con cardenales, obispos, teólogos, religiosos y religiosas jóvenes, laicos, con una persona sencilla como yo, sus experiencias e ideas sin miedos ni presiones".
Así que cuando regrese a la India, dijo la hermana Nirmalini, llevará consigo "algo que no terminó en Roma: el camino sinodal es un proceso continuo que continuará" e "implicará a todos los miembros de las comunidades". A continuación, la religiosa llamó la atención sobre la importancia de cada momento de compartir, de rezar por la paz, por los emigrantes y por los refugiados. "Independientemente de nuestros orígenes, todos somos miembros de la familia de Dios", concluyó.
Respondiendo a una pregunta sobre la cuestión del diaconado femenino y la posibilidad de que los diáconos casados tengan un papel "sacerdotal", el cardenal Barretto Jimeno recordó que este Sínodo es fruto de la experiencia culminada en la asamblea sobre la Amazonia, una región con 7.500 kilómetros cuadrados, 33.000.000 de habitantes, de los cuales 3 millones son pueblos nativos, que comprende nueve países. Uno de los aspectos importantes fue la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonia (Ceama), que incluye a todos los bautizados: por eso, añadió, esta experiencia, que es la primera en la historia de la Iglesia, debe ser retomada.
El purpurado se hizo eco del obispo de Essen, monseñor Overbeck, quien recordó que todas las cuestiones del proceso sinodal alemán, incluido el problema de los abusos, surgieron en el contexto de un país ahora postsecular, en el que la gente ya no tiene idea de quién es Jesucristo y no hay referencias a la religión en la vida cotidiana. En Alemania, añadió, la mitad de los pastores protestantes son mujeres. El diaconado permanente existe desde 1968. Y en Alemania, señaló, se plantean preguntas sobre cuál será la tarea de las mujeres en el diaconado y su presencia en el futuro. El diaconado permanente, dijo, es importante y es una vocación, no sólo un derecho.
También se preguntó al obispo de Essen qué efecto ha tenido el camino sinodal alemán en el actual Sínodo y qué influencia tendrá en Alemania. La impresión, dijo monseñor Overbeck, es que todo lo que se ha hecho en el camino sinodal de la Iglesia en Alemania ha tenido un efecto en la sociedad. En este sentido, señaló, hay que reflexionar sobre la inculturación y el papel de la teología ante las cuestiones que se plantean. En cuanto a la viabilidad de ordenar hombres casados, el obispo de Essen explicó que desde hace muchos años se ha dado un paso tras otro: apenas quedan seminaristas y la cuestión no es sólo cómo salvar la vida sacramental de la Iglesia, sino cómo vivirla.